jueves, 2 de septiembre de 2010

LEGADO PEDAGÓGICO

VIDA Y OBRA



DE

ROUSSEAU, PESTALOZZI, FRÖBEL y ALBERTINE NECKER DE SAUSSURE



RESUMEN



ROUSSEAU

SU VIDA
Juan Jacobo Rousseau nació en Ginebra el 28 de junio de 1712. Su infancia fue relativamente serena no obstante el fallecimiento de la madre, acaecido a poco de darlo a luz. El padre, Isaac Rousseau, se encargó personalmente de su primera instrucción. Tan pronto como el pequeño Juan Jacobo pudo leer le puso en las manos toda suerte de libros.

En 1740, a los 28 años de edad, Rousseau se dirigió primero a Lyón, en calidad de preceptor, y luego a París, donde conoció a Diderot, Condillac y muchos otros enciclopedistas (había inventado un nuevo sistema de notación musical cifrada) y escriba comedias y melodramas. Colabora también en la Enciclopedia redactando artículos sobre música y trabaja como secretario de familias nobles.

 
ESCRITOS FILOSÓFICOS.

 
En 1750 ganó el premio de la Academia de Dijon por su Discurso sobre las ciencias y las artes (1750) y, en 1752, fue interpretada por primera vez su ópera El sabio del pueblo. Tanto en las obras anteriores, como en su Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres (1755), expuso la teoría que defendía que la ciencia, el arte y las instituciones sociales han corrompido a la humanidad, y según la cual el estado natural, o primitivo, es superior, en el plano moral, al estado civilizado, Su célebre aserto: “Todo es perfecto al salir de las manos del Creador y todo degenera en manos de los hombres”.

Rousseau abandonó París en 1756 y se retiró a Montmorency, donde escribió la novela Julia o La nueva Eloísa (1761). En su famoso tratado político El contrato social o Principios de derecho político (1762), expuso sus argumentos para libertad civil y contribuyó a la posterior fundamentación y base ideológica de la Revolución Francesa, al defender la supremacía de la voluntad popular frente al derecho divino.
Rousseau influyó de modo decisivo en el romanticismo literario y en la filosofía de principios del siglo XIX. Su obra también está relacionada con la evolución de la literatura psicológica, la teoría psicoanalítica y el existencialismo del siglo XX, en particular por su insistencia en el tema del libre albedrío, su rechazo de la doctrina del pecado original y su defensa del aprendizaje a través de la experiencia más que por el análisis. Su espíritu e ideas estuvieron a medio camino entre la Ilustración del siglo XVIII, con su defensa apasionada de la razón y los derechos individuales, y el romanticismo de principios del XIX, que propugnaba la experiencia subjetiva intensa frente al pensamiento racional.
La clave del pensamiento de Rousseau es, pues, como decíamos, la coincidencia entre felicidad individual y felicidad general. Sin embargo, esta coincidencia no es algo dado, sino más bien algo que debe conquistarse.

Para Rousseau la relación entre sentimiento y experiencia no es menos estrecho de cuanto lo sea, en general, para la Ilustración, la relación entre conocimiento y experiencia. “Aunque esta sensibilidad del corazón –escribe–, que nos hace gozar verdaderamente de nosotros mismos, es obra de la naturaleza, y quizá un producto del organismo, necesita situaciones que la desarrollen. Sin esas causas ocasionales un hombre nacido con sensibilidad no sentiría nada y moriría sin haber conocido su ser”.
Rousseau es perfectamente consciente de no haber ofrecido soluciones, sino más bien de haber planteado problemas. Es un hombre que declara de sí mismo “En cualquier cosa, lo que no hago con placer acabo muy pronto por no poder hacerlo en absoluto”, no podría resistir mucho el motivo de una virtud que contrasta el sentimiento.
Se explica, pues, que en el segundo Discurso pase a idolatrar un “estado de naturaleza”. En Rousseau se trata no ya de una fase completo salvajismo y barbarie, sino de un estado aún no emponzoñado por las constricciones y las injusticias sociales, un estado en el que el hombre es feliz porque puede dar libre expansión a su naturaleza sencilla.
El estado de naturaleza no es, pues, más que la proyección hipotética de las fuerzas que constituyen la naturaleza humana en una especie de espacio socialmente enrarecido que no ofrece las resistencias y perturbaciones del medio social que conocemos.
De lo que se trata es de determinar la naturaleza humana en su espontaneidad originaria, en sus sentimientos fundamentales; pero como los sentimientos no se conocen si no es por sus efectos, es necesario imaginar a éstos prescindiendo de toda posible causa de perturbación.
ROUSSEAU Y LA EDUCACIÓN.
En su influyente estudio Emilio o De la educación (1762), expuso una nueva teoría de la educación, subrayando la preeminencia de la expresión sobre la represión, para que un niño sea equilibrado y librepensador.
Imaginar el estado de naturaleza o imaginar la solitaria formación de Emilio no son negaciones de la socialidad, sino experimentos mentales necesarios para darse cuenta de los requisitos que también la socialidad deberá satisfacer para enriquecer en vez de coartar la espontaneidad originaria del hombre.
Al principio del Emilio Rousseau distingue tres especies de educación: la educación de la naturaleza, la educación de las cosas y la educación de los hombres. Sólo con el concurso armonioso de todas ellas puede un individuo resultar “bien educado”. Ello no obstante, la educación de los hombres se excluye porque es imposible de controlar y, lo que es más, en la sociedad tal cual es, se opone a la de la naturaleza, como ya se ha dicho. Esta exclusión es un aspecto esencial de la educación negativa que Rousseau denomina también método inactivo. “Para formar a este hombre fuera de lo común ¿qué debemos hacer? Mucho, sin duda alguna: impedir que se haga nada. Esto supone no sólo la exclusión de todo contacto social, sino también, sobre todo, la exclusión de todas aquellas prácticas caras a “nuestra manía didascálica y pedantesca”.

Para Rousseau la regla más importante, más útil y más grande de cualquier educación “no es ganar tiempo, sino perderlo”.
En Rousseau hay que distinguir entre el motivo eudemonista y el utilitarista. El criterio utilitario, invocado a menudo, no es el definitivo, porque tiene a sacrificar el presente por el futuro. El eudemonismo persigue más bien la plenitud de la satisfacción presente.
Por lo tanto, nada de tareas abstractas, nada de excesivas preocupaciones por el futuro; mejor será poner todo el empeño posible para que el niño disfrute de su niñez, sin dejarse llevar del necio prejuicio según el cual, de esa forma, dedicaría sus primero años “a no hacer nada”.

 
PESTALOZZI

 
Durante la época de la ilustración y el periodo romántico. Se sitúa el pensamiento pedagógico de Pestalozzi (1746-1827), suizo alemán nacido en Zurich, después de morir su padre, fue educado por su madre con la ayuda de su sirvienta Babeli, por la que sentía una profunda y tierna gratitud, manifestándola en su obra el Canto del cisne; aunque también tuvo mucha influencia por parte de su abuelo materno.
“Crecí, escribe Pestalozzi en los destinos, al lado de la mejor de las madres, como un niño de pecho. Años atrás me pasé al lado de la estufa”. En efecto, Pestalozzi se mantuvo alejado de la política, del comercio, de una carrera liberal, en fin distanciado de la audacia propia del hombre de aquella época; y sí, en cambio, en toda su vida manifestó amor, ternura, consideración y comprensión en un tono que se acercaba a lo maternal. Con ello se quiere destacar su pasión amorosa hacia los débiles y desamparados, que mucho lo necesitaban; vale decir que para los huérfanos, a quienes educaba, fue a la par un padre y una madre, precisamente por la ternura que les prodigaba.
Ingreso en el Collegium humanitatis, donde curso estudios universitarios de teología y jurisprudencia, interrumpiéndolos al poco tiempo, viviendo en Zurich no sólo estaba bajo la influencia de la Ilustración, sino que era a su vez centro de formulaciones originales en algunos campos, como el estético. Las ideas de Bodmer (de quien fue discípulo) y Breitinger, preludiaban la estética romántica; pero a Pestalozzi su temperamento lo llevaba a entusiasmarse sobre todo por los ideales humanitarios y por los proyectos de reformas jurídicas y sociales. Leía a Basedow y se exaltaba por Rousseau, de quien abrazó las ideas democráticas, renunciado al proyecto de seguir la carrera eclesiástica para entregarse al estudio del derecho, con el propósito de seguir una carrera política para luchar por la educación y las libertades populares.
En 1775, un instituto par niños pobres donde se les enseñaba hilandería y tejeduría.
A los 34 años de edad, decidió perseguir la calidad de escritor, logrando escribir casi de un tirón la novela de Leonardo y Gertrudis (1781);
Pestalozzi también escribió anotaciones de diario con intenciones psicológicas en Diario de un padre en 1774; también escribió reflexiones de temas ético-religiosos en Vigilia de un solitario en 1780; así mismo abordó temas jurídico-sociales en Legislación e infanticidio.
El nombre de Pestalozzi empezó a gozar de fama europea y muchos visitantes entre ellos Herbart, acudían a conocer su instituto educativo, que se convirtió en internado, con una normal de maestros anexa, y se transfirió primero a Münchenbuchsee (1803) y por último a Yverdon (1805), donde se desarrollo ulteriormente para decaer a la vuelta de 20 años. La fama del instituto en Yverdon, atrajo discípulos y visitantes de toda Europa, muchos de los cuales se convirtieron en propaganditas de los métodos de pestalozzianos en sus propios países. Posteriormente escribió al inglés Greaves, una serie de cartas, que se publicaron en 1827, y luego se tradujeron y publicaron con el título de Madre e hijo.

En 1825 se retiró a Neuhof, donde un nieto suyo había logrado hacer prosperar la finca que Pestalozzi no había querido vender. Ahí escribió el Canto del cisne, obra en parte autobiográfica y en parte meditación teórica. Falleció en 1827.

Naturaleza, sociedad, moralidad

El peculiar moralismo de Pestalozzi se desarrolló independientemente de las formulaciones kantianas, empezando a manifestarse en el Diario de 1774. En este escrito ocupa aún el primer plano el eudemonismo de Rousseau, pero se advierte ya una insistencia pragmática en os deberes sociales y en una progresiva adquisición del hábito del esfuerzo: “no hay aprendizaje que valga nada si desanima o roba la alegría”.
En una palabra, para que la convivencia humana no sea constrictiva, debe basarse en la libre aceptación de los vínculos sociales no por simple cálculo, sino sobre la base del imperativo del deber, es decir, de la autonomía de la vida moral. La educación es precisamente el encantamiento hacia esa autonomía. Pero ¿cómo puede el educador conseguir ese resultado, o sea, realizar una educación puramente liberadora, promotora de autonomía espiritual?

El niño, como el hombre, quiere el bien, más no para ti, educador, sino para él mismo. Todo aquello que despierta en él fuerzas, que le hacen decir: yo puedo, él lo quiere. Pero este querer no se suscita con palabras, sino con los cuidados que se le prodigan y con las fuerzas que esos cuidados despierta y estimulan en él. Pestalozzi, partiendo de una tradición de origen agustiniano las identifica, en otro orden, como las fuerzas del corazón, de lamente y de la mano (o del arte). Sentimiento, intelecto y gusto constructivo práctico son para Pestalozzi los resortes fundamentales de nuestra acción; solo se puede conseguir mediante una educación que se realice equilibradamente en su aspecto ético-religioso, en su aspecto intelectual y en su aspecto artesano.
Un crítico de Pestalozzi: el padre Gregoire Girard
El padre franciscano Gregoire Girard, estudió con atención los métodos de Pestalozzi y en 1810 el gobierno federal le encargó un informe sobre el instituto de Yverdone. En dicho documento, hace una crítica, diciendo que se le otorga una importancia excesiva a la ciencia y a la matemática. Girard, que insistía en considerar excesiva a la matemática, Pestalozzi había contestado diciendo que no quería que sus muchachos aprendieran nada que no se les pudiera demostrar “como que dos y dos son cuatro”; a lo que Girard respondió: “en tal caso, si yo tuviera treinta hijos no os confiaría ni siquiera uno, porque os sería imposible demostrarle como dos y dos son cuatro que yo soy su padre y tengo el derecho de mandar en él”.

En las escuelas al cuidado del dicho padre, se practicaba la enseñanza mutua. La lengua, la historia, la geografía, la religión, ocupaban una posición preponderante con respecto a la aritmética, la geografía y el dibujo.

 
FRIEDRICH FRÖBEL Y LA PEDAGOGÍA ROMÁNTICA
Fröbel nació en Oberweissbach, Turingia, el 21 de abril de 1782. la infancia de éste fue melancólica, se trasfirió primero a la casa de un tío, residente en Stadtilm, donde asistió a la escuela municipal, y después en calidad de aprendiz forestal, bajo la dirección de un guardabosque, en sus tres años de aprendiz lo único que aprendió fue a amar la naturaleza.

En 1805, decidió a dedicarse a la arquitectura y se trasladó a Francofort. En esta ciudad, encontró empleo como maestro, donde se reveló su verdadera vocación: sería educador. En 1808 visitó Yverdon, con la intención de estudiar el método pestalozziano. Pero con su estancia ahí, empezó a notar las deficiencias de la institución. En 1810 regreso a Francofort, y al año siguiente continuo sus estudios universitarios para profundizar en las ciencias naturales y del lenguaje. Fröbel percibía singulares analogías entre el mundo físico y el espiritual. Por ejemplo: lo esférico es lo perfecto y lo finito… la ley esférica es la ley fundamental de toda auténtica y suficiente educación del hombre.

En 1813, participó en la guerra, donde conoció a sus colaboradores principales. Terminando su servicio volvió a los estudios, y para ganarse la vida aceptó un modesto cargo de auxiliar de la cátedra de mineralogía, parecía como que hubiera cambiado el interés pedagógico por el amor ala naturaleza, sin embargo, en 1816 se le ofreció la oportunidad de educar a sus sobrinos, trasladándose a su ciudad natal. Era la ocasión que esperaba para organizar un instituto educativo.
En 1836, fundó un instituto para la enseñanza intuitiva con fines de autoinstrucción, una especie de establecimiento para estudiar y preparar el especial material didáctico, para la educación de la primera infancia. En 1839 abrió una institución educativa propiamente para niños de edad preescolar que al año sucesivo bautizó con e nombre de Jardín general alemán del niño.

1848 fue el año triunfal para Fröbel; las asociaciones liberales de maestros adoptaron la idea de la educación preescolar. Prusia y algunos estados prohibieron los jardines de la infancia (1815). En vano lucho Fröbel contra la prohibición. Al año siguiente falleció.

Entre muchos escritos de Fröbel, en su mayoría de ocasión, son de recordar los siguientes: principios de educación del hombre (1833) y cantos maternales y caricias (1844).
Fröbel: el juego educativo y los regalos
Para Fröbel el juego es esta libre actividad que es conquista de destreza y conocimiento. Jugando el niño entra en relación concreta con el mundo, realiza plenamente algunos de esos enlaces con la naturaleza que expresan la divina unidad de lo real.
Al modelar los diversos tipos del material para sus juegos educativos, tuvo la sabia experimentalmente en cuenta la necesidad de estimular eficazmente la tendencia a la actividad del niño.
Por otra parte, la concepción misma de Fröbel sobre el juego infantil era el mejor correctivo contra el riesgo de caer en una rutina obligada.. Del feliz desenvolvimiento de la actividad jubilosa del juego, ni ninguna actividad educativa debe ser obligatoria ni coactiva.

 
ALBERTINE NECKER DE SAUSSURE Y LA EDUCACIÓN PROGRESIVA

Un lugar prominente en la pedagogía romántica ocupa Albertine Necker de Saussure (1766-1841). Dio su formulación más equilibrada al concepto de la educación como proceso indefinido de autoformación, al que no pueden señalarse sino metas muy provisorias.

Su educación progresiva, tuvo gran resonancia y fue juzgada por Capón como “libro que cualquier hombre se apreciaría de haber escrito pero que sólo podía haber hecho una mujer”.

Neckter rectificando la formulación kantiana para la cual el fin de la educación es desarrollar en el individuo toda la perfección de que sea susceptible. El perfeccionamiento no debe cesar nunca, porque no crecer es decrecer, no avanzar es retroceder. Su obra es un análisis minucioso del desarrollo desde la infancia hasta ka juventud, y una serie de consejos acerca de la medida y la modalidad de las intervenciones a su juicio indispensables para modificar al ser humano en el curso de ese desarrollo.

La intervención del educador es dominante y no admite discusión, después tiende a asegurarse la cooperación del niño y por ultimo no pretende ser más estímulo de la capacidad ya autónoma de perfeccionamiento del joven.

Neckter sostiene que la educación religiosa debe iniciar precozmente, como también la educación de los sentimientos, entre los cuales reconoce como ya operantes y presentes en el niño, la admiración, el sentimiento estético y las tendencias sociales a las cuales atribuye una gran importancia porque señalan al grupo infantil como un factor educativo fundamental.

Admite los castigos, pero condena los premios por inmorales y otorga la máxima importancia al juego, tanto en el. plano higiénico como en el moral e intelectual.


PROFR. JOSÉ ROGELIO AGUILAR ESQUIVEL.










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